Características de las novelas de terror
La novela de terror, representada muy a menudo por la clásica narrativa de honor sobrenatural de corte anglosajón, incluye elementos propios de la narrativa de ciencia ficción o la novela fantástica, de las que toma figuras sobrenaturales, como las propias del mundo de lo paranormal o la mitología (el niño, el hombre lobo, el monstruo tambien el ser mitológico maligno, el fantasma, el demonio, el zombie, la brujula...). En las obras más modernas, muchas veces vinculadas a la ciencia-ficción, se amplían los registros: los extraterrestres, la amenaza nuclear, la manipulación genética, e incluso los riesgos de la contaminación ambiental. De hecho, es frecuente que la fantasía, la ciencia ficción y el terror sean tratadas en conjunto, dentro de lo que se considera ficción especulativa, literatura de género.
En general, el público se siente atraído hacia este tipo de literatura por los característicos estímulos emocionales, insólitos, intensos y raros que insufla a la rutina diaria. En el plano fisiológico este tipo de obras proporciona un aceleramiento cardíaco y respiratorio que por lo común termina en un desahogo final.
Históricamente, el resorte del miedo en la novela de terror se dispara a partir de la irrupción de un elemento maligno sobrenatural en la rutina diaria de uno o varios personajes ordinarios, si bien en la actualidad las últimas tendencias del género han ido imponiendo poco a poco esquemas eclécticos mucho menos conservadores.